Crónica del encierro de Peñarrubia, con dos toros de Hnos. Ozcoz y una vaca de Guadalmena
Apenas hace un mes amanecíamos con la triste noticia de que la Ganadería Hnos. Ozcoz desaparecía para siempre. El 16 de mayo se hacía oficial el fin de este hierro con dos generaciones a sus espaldas. Hnos. Ozcoz, una de las ganaderías más importantes en el festejo popular y en los festejos de corro no pudo sobrevivir a una pandemia que tuvo como resultado dos años de parón en el festejo popular y la quiebra de muchas empresas dedicadas a este sector.
Pero por todo lo alto están dejando a esta ganadería en su recta final los pocos animales que quedan esparcidos por todo el territorio español. Como así lo hicieron los dos toros exhibidos en el encierro por el campo de Peñarrubia (Albacete) del pasado sábado 17 de mayo. De pelaje colorado, los dos hermanos se lo pusieron difícil a la familia Valdelvira para encerrarlos en la plaza de la pedanía de Elche de la Sierra.

El día anterior se llevó a cabo la vereda, con momentos de emoción y otros de mucho peligro. El calor apretaba y dificultó todavía más el traslado de las reses a pie hasta Peñarrubia. El de Ozcoz, herrado con el número 23, no se lo puso nada fácil a caballistas y aficionados presentes durante todo el traslado. Avispado y de sangre caliente echaba la cara arriba y arremetía a todo lo que se cruzaba a su paso, viviendo momentos complicados. Finalmente, y con una buena labor por parte de caballistas y de la familia Valdelvira, las reses llegaron hasta el cercado habilitado para antes del encierro a caballo.

Llegaron las cinco y media de la tarde del sábado cuando la manada salió del corral en dirección a Peñarrubia. En las inmediaciones de la pedanía se congregaban cientos de aficionados dispuestos a disfrutar de una tarde, que horas después, se cumplió. A las seis y veinte de la tarde la manada entraba por la manga habitual, con caballos guiando su camino. El trote de cabestros y toros comenzó desde el cruce del puente por la rambla, cuando todavía quedaban muchos metros para la entrada a la plaza de toros. Afortunadamente ningún animal se salió del trayecto y la manada entera entró en el recinto con el sonido típico de “ayayayay”.
A continuación se inició la suelta de reses en la plaza de Peñarrubia. Fue el colorado herrado con el número 23 el primero en salir al recorrido. El de Ozcoz acudió a los cites de los aficionados allí presentes, destacando un quiebro del hellinero Amador Martínez. Entre mucho polvo y arena, uno a uno de los recortadores presentes pudo disfrutar de este buen toro de la divisa aragonesa.

Más saltarín salió su hermano a la plaza de Peñarrubia bajo los 30 grados que dejó el sol de ese día. Herrado con el número 3 y guarismo del 9, basó su actuación en correr de un lado para el otro de la plaza. Momentos antes se había dedicado a saltar los muros donde se encontraba esperando su turno. Difícil fue pararlo para que acudiera a los cites. Pese a ello, destacó un gran quiebro de Juanito de Moratalla. Mientras recorría la plaza causó momentos de peligro alrededor del vallado.
El broche final al encierro por el campo de Peñarrubia lo puso una noble y encastada vaca de la ganadería de Guadalmena. Salió a la plaza desde el camión pasadas las ocho de la tarde. Quiebros, recortes y lances con el capote amenizaron el último tramo de la tarde para el disfrute de todos los aficionados presentes.

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