EDITORIAL
Hace ya algún tiempo que se perdió el respeto al toro en la calle. Más concretamente tras la pandemia. Lejano queda aquel año 2020 cuando todos nos quedamos en casa por unos meses, los cuales se ampliaron para los encierros por el campo. Un año sin poder ver un toro en la calle y en el campo. Poco queda de las reivindicaciones para que regresara el festejo popular, porque sabíamos que con el uso de la mascarilla era un espacio seguro. Decían que de aquellos tiempos saldríamos mejores, pero qué equivocación más grande. Ingenuos muchos de nosotros. Hemos salido peor, mucho peor. Se acabaron los tiempos de respeto hacia el compañero, pero, sobre todo, hacia el toro. Lejanos de verdad quedan aquellos años donde en cada pueblo se respiraba respeto y mucha afición.
Llevamos dos años viendo como las calles se llenan de peleas entre los que se consideran compañeros y este 2023 está siendo más de lo mismo. Bueno no, está siendo peor. Todo por ser el primero en ponerse delante de la res.
Vergüenza fue lo que vivimos el pasado sábado 13 de mayo en el pueblo de Alcadozo. Un municipio que ha luchado como ningún otro para que sus encierros por el campo sean de los más singulares. Un festejo al que acuden cientos de aficionados al toro y al caballo año tras año. Que defendió sus encierros en la pandemia y que han conseguido que los encierros de Alcadozo sean unos de los más importantes en toda la región de Castilla-La Mancha.
El pasado 13 de mayo, un buen toro marcado con el hierro de Sánchez Herreros no tuvo el respeto que merecía por parte de los aficionados. Después del trayecto por el campo, de escaparse, de correr por el campo, de entrar una hora más tarde al municipio, de correr por las calles y de acudir a los cites de los aficionados en la plaza, estos últimos pensaron que no merecía lo que ya se había ganado con creces, respeto. Recortadores y maletillas (si así os podéis llamar), no sigo explicando lo que pasó allí porque perjudicaríamos a nuestros encierros por el campo, a los pueblos que luchan por ellos y a los aficionados que de verdad sienten este festejo. Describir aquello es de vergüenza. Vosotros sabéis a la perfección lo que allí pasó y es motivo de reflexión.
Ya sabéis lo que ha pasado con el Enano Torero, ¿verdad?, pues eso vais a conseguir que pasen con nuestros encierros. Como nosotros mismos no respetemos nuestra fiesta, otros vendrán para acabar con ella, para prohibirnos lo único que nos hace sentir. Con las calles llenas de peleas suprimís las ganas a los verdaderos aficionados de asistir a cualquier festejo.
Nuestros pueblos, nuestra gente, nuestra cultura y tradición merecen otro trato. ¿Dónde quedaron los valores de la tauromaquia? Respeto, compañerismo, admiración y muchas referencias más es lo que hay que tener. Palabras y ejemplo que sí pude atisbar en el pueblo de Beas del Segura el pasado 25 de abril, cuando todos se unieron para engrandecer su fiesta y por el gran respeto que hubo al dueño y señor de nuestra fiesta, el toro.
Lo único que me importa como aficionada es nuestra tradición y nuestros encierros por el campo, el sector más bonito de la tauromaquia para mí. Podéis criticarme a mí o a De la Vereda al Encierro, aquí solo se va a hablar de lo que verdaderamente importa. Esto es un medio para engrandecer los encierros por el campo, que suplicamos nunca nos prohíban.
Ojalá que lo que resta de temporada no volvamos a ver una situación semejante y tan desagradable.