Imágenes de las trashumancias de Alicia Chico y Valle Lindo durante el 2020

La vida en el campo bravo no entiende de pandemias, ni de política. Allí la vida sigue su curso. Los animales tienen que comer cada día, independientemente de los ingresos que tenga el ganadero y de las pérdidas. Los cientos de animales bravos que se mantienen en el campo han seguido comiendo todos los días pese a la escasez de liquidez que han tenido sus propietarios. Algunos dan gracias por la buena primavera pasada y el abundante pasto en sus terrenos en el pasado año, con el deseo de que en el 2021 se vuelva a repetir.

En algunas ganaderías, la época invernal se hace difícil para las hembras y las nuevas crías. Los duros inviernos, con nieves, lluvias y bajas temperaturas son insoportables para salir adelante. Por ello los ganaderos deciden trasladar sus reses a lugares más cálidos, como la provincia de Jaén. Allí el invierno se hace más llevadero con temperaturas más típicas de la primavera que de los duros inviernos del norte.

La ganadería de Alicia Chico, ubicada en la Sierra de Albarracín en Teruel, y la ganadería de Valle Lindo de Riópar, Albacete, son dos de las que realizan estos traslados, más conocidos como trashumancia. La residencia habitual de estas ganaderías Albarracín y Riópar registran en invierno temperaturas bajo cero. Un clima insufrible para las hembras y sus crías. Por ello, sus ganaderos en el mes de noviembre emprenden el viaje de cientos de kilómetros hasta La Carolina, en la provincia de Jaén.

Alicia Chico es la ganadería de bravo española que más dura en hacer la trashumancia. Todo un mes, donde alrededor de 400 vacas recorren los cerca de 500 kilómetros junto a cinco vaqueros. Todo el ganado transeúnte cruza por cinco provincias y tres comunidades distintas. La ganadería de Valle Lindo goza de más cercanía con la provincia de Jaén, realizando una trashumancia de unos 10 días.

Esta actividad, que se remonta hasta siglos atrás, tiene mucha complejidad y dificultades. Durante los días de trashumancia, los vaqueros que acompañan a las reses, deben contar a cada uno de los animales. En ocasiones, sobre todo en los caminos de vuelta a las ganaderías en la primavera, algunas de las hembras se quedan atrás. Estas situaciones pasan cuando la orografía y el terreno son enrevesados. Durante algunos días el recorrido es llano y amplio, de fácil visibilidad, sin embargo, existen lugares donde la manada debe pasar de uno en uno, estirándose a lo largo de varios kilómetros. Si algún animal se queda atrás, toda la manada se para hasta encontrar los animales que faltan. Estas situaciones causan que los días de trashumancia se alarguen.

Cada ganadería realiza dos trashumancias al año. La ida y la vuelta, una en otoño y otra en primavera. Así, todo este ganado disfruta de las llamadas “dos primaveras”. Durante todo el trayecto suelen ir alrededor de cinco o seis vaqueros. Algunos días, este número se incrementa con la llegada de amigos y conocidos que pasan varios días con ellos. Por las noches, los vaqueros duermen en tiendas de campaña y las vacas y crías en un cercado provisional que se monta y desmonta cada día.

En el pasado año 2020 estas trashumancias son los pocos eventos que pudieron ver los aficionados. Todos los encierros por el campo se suspendieron para intentar contener el coronavirus. Algunas personas pudieron ver esta antigua actividad mientras pasaban por sus localidades. Por la dificultad burocrática de cada comunidad para realizar esta actividad, cada vez son menos las ganaderías que la realizan. Sin embargo, aquellas que las recorren deben hacerlo pese a cualquier pandemia, pese a la política, o pese a los llamados anti de todo, porque los animales no entienden mediocridades.

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