Vivimos en plena era de la información, de la actualidad inmediata y del periodismo ciudadano donde todo el mundo se cree con derecho a hablar de todo. Un derecho que muchos se atribuyen, pero que realmente hablan desde el desconocimiento. Que ironía, en una sociedad donde la información la tenemos en nuestras propias manos es cuando más desinformación y ‘fake news’ existen. Desde este desconocimiento hablan el 90% de todas aquellas personas que se hacen llamar antitaurinos. Uno de los temas que más desconoce la población es la crianza del toro de lidia en España.
El toro de lidia es símbolo, identidad y marca de España y así nos lo hacen ver desde otros países del mundo. La crianza del toro bravo revaloriza los sistemas naturales donde se practica esta actividad, convirtiéndolos en ecosistemas de alto valor natural. En España existen muchas zonas de gran valor gracias a ganaderos que llevan años cuidando del toro en el campo. Además de España, esta práctica de producción se expande por más países como son Francia, Portugal, Venezuela, Perú, México, Ecuador y Colombia.
Actualmente, según la Unión de Criadores de Lidia, en España “existen más de 976 explotaciones ganaderas de raza de lidia, que cuentan con un censo de 213.457 animales inscritos en el Libro Genealógico de la Raza Bovina de Lidia”. La mayoría de estas ganaderías están ubicadas en dehesas de gran valor ecológico y gran biodiversidad. La Unión Europea tiene contabilizadas a día de hoy más de 250.000 hectáreas destinadas a la producción de ganado de lidia. En estas dehesas conviven mucha flora y fauna, en las cuales muchos de estos animales se encuentran en peligro de extinción. Hablamos de la coexistencia entre el toro bravo, el lince ibérico, el águila imperial y la cigüeña negra, entre otros. De hecho, en estos espacios naturales se realizan programas de protección para especies protegidas. También explican desde la Unión que muchas de sus ganaderías “se concentran en zonas declaradas como parques naturales y nacionales y habitan en dos tipos de ecosistemas mediterráneos de gran trascendencia ecológica: dehesa ibérica y, en menor medida, marisma. Ambos son patrimonios ecológicos que convierten a España en una importante reserva natural de biodiversidad frente al resto de países europeos”

El toro de lidia vive en semilibertad. Disfruta de amplias dehesas para conservar su instinto salvaje, una cualidad que se ha perdido en los demás bovinos por la amplia domesticación que existe. Eneko Andueza expresa en su libro Los Toros, desde la izquierda que “la crianza de la cabaña brava debe respetar necesariamente la vida salvaje del animal en cuanto al espacio necesario para desarrollar su vida con normalidad, su alimentación, la coexistencia de las crías con sus progenitores, etc, precisamente porque es necesario preservar al máximo unos instintos absolutamente necesarios de agresividad, de acometividad, de fiereza, de bravura. Es un animal que, por sus características, solo puede servir para lo que es criado a condición de no ser domesticado, es decir, para su lidia”.
La cría del toro de lidia se remonta tres siglos atrás. Nuestros antepasados comenzaron una actividad minuciosa de selección entre diferentes bovinos, el principal de ellos el Uro, para llegar a crear al animal que tenemos hoy en día, el toro de lidia. Los ganaderos seleccionaban a los animales por su bravura desechando aquellos que no estarían preparados para la lidia. El objetivo era conseguir un animal bravo, aunque fuera en pequeñas cantidades, por ello nunca esta actividad estaba basada en la producción y en conseguir grandes cantidades. Cosa que sí pasa en la cría de cualquier otro animal en granjas como pueden ser la producción del cerdo, el pollo, el cordero, entre otros. Además, esta práctica de selección ha convertido al toro en un animal único con una genética exclusiva, imposible de obtener a través de otras especies bovinas.
El toro de lidia se alimenta de recursos naturales que aparecen en las dehesas. Esta actividad de ‘pastoreo’ hace posible la inexistencia de matorral, previniendo así los incendios forestales. Este es uno de los grandes beneficios que encontramos en la realización de esta actividad. También rejuvenece las partes bajas y previene la erosión del suelo. Las dehesas son sumideros de CO2 y grandes creadoras de oxígeno, combatiendo así uno de los grandes problemas que tiene el planeta, el Cambio Climático. La eliminación de la tauromaquia sería una catástrofe para el medio ambiente. Todos estos espacios amplios de dehesas pasarían a ser terrenos de cultivo para la agricultura, eliminando así las zonas productoras de oxígeno de España.

En la actualidad, España cuenta con más de 900 ganaderías dedicadas al toro bravo. Ganaderías con historia que pasan de generación en generación y que año tras año son las propias familias las que se encargan de mantener las dehesas. El debate está servido con la tauromaquia, pero realmente las personas no son conscientes del daño medioambiental que supondría destruir la tauromaquia. La información es un derecho en España, ahora solo falta que esa información sea veraz y haya compromiso por parte de todos para informarse debidamente, ser objetivos y crear nuestra propia opinión sin influencias.